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Eleonora Badilla Saxe
Rectora

Elecciones y Concordia

El 1 de diciembre de 1821, al saberse independiente de la corona española, en Costa Rica, una Junta de Legados redactó un contrato social para garantizar que los primeros pasos autónomos se dieran en un clima de convivencia pacífica. Se considera nuestra primera Constitución Política (provisional) y se llamó Pacto Social Fundamental Interino del Estado de Costa Rica, o Pacto de Concordia. Rigió hasta 1823 y su importancia tiene ecos hasta nuestros días, ya que sienta las bases republicanas del Estado costarricense al manifestar el deseo de que se conserve “…libre, unida, segura y tranquila por un pacto de unión y concordia.” 

A partir de allí, y con altos y bajos, la historia patria nos ha ido posibilitando la construcción de una República libre, unida y segura. Algunos hitos, como la fundación de la República en 1848 por el presidente José María Castro Madriz; la declaratoria de la educación gratuita y obligatoria para ambos sexos en 1869 durante la administración de Jesús Jiménez; la democratización de la educación pública de 1886 llevada a cabo por Mauro Fernández durante la administración de Bernardo Soto, así como la fundación de la Segunda República y abolición del ejército decretadas por la Junta presidida por José Figueres Ferrer, fueron cimentando la vocación costarricense de vivir en tranquilidad y unión.

La más reciente Constitución Política aprobada en 1949, heredera del Pacto de Concordia y de nuestra historia, se convirtió en un instrumento para la convivencia pacífica y la consolidación de la democracia nacional.

Cuando en el mundo muchos países transitaban por regímenes autoritarios, guerras y violencia, Costa Rica cultivó la democracia como la mejor opción para la convivencia pacífica, y el progreso. La organización de partidos políticos como forma de elegir las personas representantes del pueblo en los poderes ejecutivo y legislativo; la separación de esos poderes entre sí y del poder judicial; la creación de un Tribunal Electoral robusto, transparente y reconocido internacionalmente, así como la libertad de prensa, son abono para una tierra fértil para la democracia.

Por supuesto que, muchos otros factores sociales, culturales y hasta coyunturales contribuyeron para que la democracia en Costa Rica llegara al siglo XXI ampliamente reconocida como una de las más longevas y exitosas del mundo para orgullo de quienes habitamos en esta hermosa tierra.

A dos décadas de haber iniciado este milenio, enfrentamos crisis civilizatorias importantes que nos ponen frente al riesgo de perder el sistema democrático que, en Costa Rica hemos cultivado por más de cien años y con el que sueñan países agobiados por la falta de derechos y la violencia.

En el ámbito ambiental, por ejemplo, la crisis se presenta con el cambio climático. En las áreas social y político se manifiesta, entre otras evidencias con la corrupción impune; la explosión de partidos políticos; el desdibujamiento de las fronteras ideológicas; falta de garantías electorales para las mujeres y en consecuencia de lo anterior, la apatía del electado.

El desinterés y la indecisión del electorado ante las elecciones nacionales que se realizarán el próximo 6 de febrero de 2022, contrasta con el entusiasmo de elecciones anteriores, es comprensible, pero pone en riesgo el sistema democrático centenario y robusto. La democracia costarricense la hemos cultivado con una lúcida conciencia heredada del Pacto de Concordia para construir un país libre, unido, seguro y tranquilo, confiando en el sistema democrático para ir lográndolo en el transcurrir del tiempo.

El momento es propicio para hacer un llamado a renovar el pacto de Concordia de Costa Rica con la Democracia, para heredarle a las futuras generaciones, al menos otros cien años de vida en libertad, solidaridad y paz.

Es el momento de sobreponer la apatía; de redoblar los esfuerzos por tomar una decisión informada; de hacer Patria frente a la urna, ejerciendo el derecho y el deber de votar. Posiblemente es una la las decisiones más difíciles que debemos tomar, pero sin duda es la más importante para definir el rumbo del país en los próximos años.

Desde la Universidad Castro Carazo celebramos la Democracia, festejamos la posibilidad del electorado de poder ejercer el voto, y hacemos una excitativa para que reafirmemos en las urnas un nuevo Pacto de Concordia para seguir viviendo en paz y democracia.